Hace un par de días, una nueva denuncia de agresión a una
mujer remeció las redes sociales. A través de su cuenta de Facebook, Ximena
Calleja denunció públicamente que un muchacho de nombre Gianmarco Paz Díaz
habría agredido físicamente a novia o ex novia, Brenda Moreno Saldarriaga.
La publicación recogida en algunos medios de comunicación
social, me remito concretamente al diario “El Trome” que da cuenta de la
denuncia a través de expresiones literarias como: “agredido físicamente a su pareja
el punto de dejarla sangrando”, “fue golpeada y pateada”, “el
hombre la habría tumbado al piso y le habría propinado una serie de patadas que
la dejaron sangrando”, “Brenda logró escapar y refugiarse en la casa
de su amiga”.
Así, todo este guion de un horror film de Hollywood,
está escrito bien bonito, en condicional, para evitar algún supuesto de
difamación seguramente. Finalmente, como no podía ser de otra forma, el
artículo concluye que el agresor, actualmente se encuentra no habido y las
autoridades lo han buscado sin éxito.
Este caso llama mi atención por dos razones: la primera
porque reafirma que vivimos en un país donde la mayoría de las personas son
altamente ignorantes y manipuladoras; lo segundo, que el rótulo de “violencia
de género” es suficiente para despedazar a cualquiera a través de las redes
sociales, prescindiendo totalmente de su versión de descargo.
La publicación en la red social, potenciada al máximo por
el diario, nos deja la sensación que el muchacho es prácticamente un Hannibal
Lecter peruano y seguramente, en cuestión de horas, alguna congresista
fujimorista pedirá se le aplique la pena de muerte.
Sin embargo, que pasaría (todo bien bonito en
condicional) si: (i) La víctima
sufriría de alteraciones mentales y habría estado en tratamiento; (ii) sería una persona emocionalmente
inestable, (iii) ella fue quien
habría buscado al muchacho porque él habría terminado con ella; (iv) ella habría sido quien
inicialmente lo agredió físicamente; (v)
ella habría roto un jarrón y lo habría amenazado con cortarle el cuello con el
vidrio roto; (vi) el muchacho
únicamente se habría defendido frente a la agresión injustificada; (vii) solo habría habido un golpe en la
cara, pero a la chica se le habría cortado el labio porque usa correctores
dentales; (viii) no habrían habido
patadas en el suelo. ¿Qué pasaría?
La sola denuncia en una red social, acompañada de una
foto descontextualizada y el rebote en un medio de comunicación social
irresponsable, no solo destruyen socialmente al muchacho y lo hacen blanco de
un gran número de reacciones y comentarios violentos, sino que tienen una
incidencia directa en su libertad. En efecto, por la sola denuncia, sin
posibilidad de explicar nada, el muchacho pasaría, al menos, 48 horas detenido
en la comisaría, tiempo en que tendría que probar que es inocente. Esto es aún
más espeluznante que la historia de la agresión. Es decir, el chico sin prueba
alguna más allá de la sindicación y una foto, va a pasar dos días de su vida
tirado como una porquería en un calabozo hediondo, sin pasadores en los
zapatos, sin bañarse y soportando el repudio de todos los policías.
¿Esa es la justicia que queremos en este país? ¿Estas
estupideces de la violencia rotulada, son más grandes que la razón y los
derechos mínimos que deben respetarse en un Estado Social y Democrático de
Derecho? ¿Primero te meto preso y después te pregunto qué pasó?
Creo que haces bien en estar no habido, espera que pasen
más de 48 horas y da la cara para que expliques, porque nadie te va a devolver
los dos días de tu vida que vas a perder estando detenido, ni la policía, ni la
víctima, ni el Trome, ni Facebook.